Sobre la Agresión, el pretendido mal

Introducción
Konrad Lorenz nos habla sobre algunos comportamientos animales en cuanto a la agresión y yo los compare con algunos comportamientos de la persona humana.
Desarrollo
En este capítulo IX: “La sociedad sin amor” del libro “Sobre la Agresión, el pretendido mal” de Konrad Loren, nos habla sobre algunas relaciones de las aves que permanecen juntos toda la vida pero sin formar lazos personales, sólo están por un interés común como de socios y no le importa a uno el otro. Es una relación donde no existe el amor ni ningún lazo personal, a esta relación la llama Heinroth “matrimonio local”. Yo creo que podemos encontrar muchas relaciones de parejas que permanecen unidas por un interés común o hasta individual, sin que exista ya amor; a estas parejas que continúan casadas o se casan sin amor se les llama matrimonios o relaciones de conveniencia.
El lagarto verde de Europa, el macho y la hembra viven separados y defienden sus territorios de otros lagartos de su mismo sexo sólo. Pero no les importa cambiar de pareja, no le dan un valor o preferencia a su pareja original. Cuando se aleja intencionalmente o se muere un macho o hembra, otros luchan por el territorio vacante y se queda el más fuerte con el territorio y la pareja sexual. Las cigüeñas europeas y el nicticórax (especie de garza) tienen el mismo comportamiento. Los polluelos se distinguen entre sí sin agredirse, como suelen hacerlo con otros que no son hijos de una misma pareja, como hacen los nicticórax adultos con sus vecinos. Pero hay peces como el Haplochromes multicolor que si viven en paz con sus vecinos, parece una amistad, pero atacan a los que no lo son. Aquí, podemos comparar el comportamiento de estos peces con la amistad humana, donde no agredimos a nuestros amigos pero si podemos ser muy agresivos con los que nos caen mal o que nos hacen daño. Reconocemos a nuestros hermanos o a los de nuestra raza como los nicticórax, pero podemos odiar y agredir a los que no son de nuestra raza, discriminándolos.
Se puede comparar a las personas que cambian de parejas como de calcetines, ya que no les importa la otra persona, les da lo mismo cualquier persona ya que la usan más bien como objeto de placer sin entablar una relación personal basada en el amor ni otorgarle ningún valor a la otra persona.
En el capítulo X: “Las ratas”, Konrad dice que en su comunidad: “son verdaderos espejos de todas las virtudes sociales. Pero se transforman en unos salvajes en cuanto tienen algo que ver con otra sociedad que no sea la suya”. Se distinguen por su olor.
Algunos insectos sociales y familiares (descendientes todos de una hembra) como las abejas, las termitas y las hormigas se reconocen igual, por su olor y se comportan igual con los extraños aunque sean de su misma especie.
Las ratas noruegas del experimento de Steiniger en un cercado, primero se temían, se mordían cuando coincidían, después se hicieron muy agresivos al tener territorios definidos. Se peleaban las parejas de ratas, el macho atacando a otros machos y la hembra a otras hembras, ambos brutamente, martirizándolos y estos tratando desesperadamente de huir. No los matan rápido, generalmente mueren de septicemia, de agotamiento y sobre excitación nerviosa con el bloqueo de las glándulas suprarrenales. Acabaron con las otras 10 o 12 ratas en dos a tres semanas. Sus descendientes puedan vivir en una sociedad en paz llevándose con amabilidad después que sus ancestros fueron unos asesinos sanguinarios y que las madres traten a sus hijos con ternura. Los adultos dejan que coman los pequeños. En lo sexual, los dejan más fuertes a los menos fuertes y más pequeños aparearse. No hay celos ni envidias.
Este grupo de animales los podemos comparar con las guerras de exterminio, como Hitler y los nazis que se sentían una raza superior y trataron de exterminar la raza judía, causando el exterminio de millones de judíos salvajemente. Recordemos todos los experimentos que hicieron los médicos nazis con ellos, los hornos crematorios y demás horrores. Otro exterminio es el de los armenios por los turcos, entre los años 1915 al 1925, donde mataban a los varones decapitándolos frente a sus familias y violaban a las mujeres armenias, por eso se dio el gran éxodo armenio y en la actualidad hay más armenios viviendo fuera de su país que en él. Como los colonizadores de América del Norte, que casi exterminaron la población indígena, quedando sólo reservaciones con pocos de ellos. Hay infinidad de ejemplos de este tipo. El racismo y el Kukus Klan, que mataban a los negros a palazos con gran odio y vivían en armonía con los de su raza y amaban a sus hijos y esposas, creyéndose virtuosos. Los indios pieles rojas que desollaban a sus víctimas vivos, quedándose con sus cabelleras. O la Santa Inquisición con la quema de “brujas” y herejes vivos en nombre de Dios y por otro lado la Iglesia Católica hacía al mismo tiempo grandes apostolados como las primeras universidades, hospitales y diversas caridades.
El hombre puede ser brutalmente cruel con otros hombres, sin existir una razón con fundamento para serlo.
Que no nos espante lo que hacen las ratas, si nosotros con capacidad de razonar, de amar y de perdonar no podemos muchas veces comportarnos como humanos, sino somos como animales salvajes dominados por un odio irracional. Muchas veces superamos la crueldad de los animales, pero podemos ser capaces de dar la vida por un hijo por amor. Somos seres de grandes contrastes e incongruencias.
También las ratas adquieren experiencias por tradición, saben que algo es dañino debido a ella. Como nosotros lo hacemos. Por ejemplo, los oficios que se pasan de generación en generación, como los carpinteros, además de muchos conocimientos prácticos para la vida cotidiana. Pero las ratas no se conocen personalmente, sólo identifican el olor peculiar de esa sociedad y si una rata la impregnan con otro olor la atacan entre todos, una vez que trasmiten que hay un intruso entre ellos y lo atacan brutalmente. Lo curiosos es que la rata no sabía por qué lo atacaban, ya que era de la misma tribu, por lo que estaba manso y sin tratar de huir.
El estado de guerra entre superfamilias vecinas es una selección natural, el del más fuerte. El hombre también es así. Las superpotencias que hacen la guerra contra las menos fuertes, por un interés económico. Por ejemplo, las guerras de Estados Unidos contra Afganistán e Irak, la única razón es por el control del petróleo. Los turcos contra los armenios por la riqueza que poseían estos últimos y su posición geo- estratégica que posee su territorio con salida al mar Caspio. Pero también el hombre más fuerte se aprovecha del más débil, como sucede con la explotación laboral que sufren nuestros mineros a manos de unos cuantos dueños de las compañías mineras. Como el Sr. Larrea con Minera México. O el macho mexicano con la mujer mexicana sumisa, que la golpea y la agrede verbalmente porque sentirse más fuerte que ella. O el maltrato de los hijos por los padres.
Conclusión
Muchas veces nosotros mismos actuamos así. Somos individuos con comportamientos duales, que pueden ir desde el amor hasta el odio. Muchas veces a mí me ha pasado, por ejemplo, cuando me he ofuscado y me he dejado llevar por mi enojo o frustración, he herido a mis seres más queridos con palabras que han sido peor que agresiones físicas. En el momento no me he dado cuenta, hasta que han brotado de mi boca. He aprendido a pedir perdón, pero esto no basta, por lo que trato de calmarme antes de actuar. Por otro lado, los amo tanto que he sido capaz de sacrificarme por ellos.